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Unidos contra la pobreza


ESCOLARIZACIÓN, EDUCACIÓN Y FORMACIÓN PROFESIONAL, en detalle:

Uno de los principales obstáculos para el desarrollo y la plena utilización del potencial humano es la falta de escolarización o la escolarización insuficiente.
A las personas privadas de educación les resulta más difícil encontrar un empleo, acceder a puestos bien remunerados o desarrollar su talento emprendedor. Por lo tanto, la falta de acceso a la educación representa una de las principales causas de la pobreza de ingresos. En el caso de los analfabetos, la desventaja es doble, ya que les resulta más difícil mejorar sus conocimientos, o saber dónde y cómo conseguir una actividad remunerada. Por otra parte, la pobreza impide a muchos niños ir a la escuela, ya que les obliga a trabajar para sobrevivir o para incrementar los ingresos familiares. Por culpa de la pobreza, muchos niños no pueden continuar con su escolarización más allá del nivel elemental, creándose así un círculo vicioso difícil de romper.


La falta de adecuación entre los empleos ofertados y las calificaciones existentes en el mercado es una de las causas del desempleo y del subempleo. En las zonas rurales, la falta de educación y de información hace que los pobres no siempre sepan gestionar adecuadamente la producción agrícola, lo que puede provocar una disminución de sus ingresos y una reducción de su rendimiento productivo. La falta de educación también puede impedir la comercialización óptima de sus productos, lo que influye negativamente en sus ingresos. Los niños que van a la escuela, pero están malnutridos o infranutridos, tienen dificultades para concentrarse y seguir la clase, y no pueden aprovechar realmente la educación.


En las comunidades muy pobres, o donde los gobiernos locales o nacionales no disponen de recursos suficientes, no hay escuelas o no en número suficiente, el material pedagógico y escolar y el mobiliario escolar escasean, la tecnología moderna brilla por su ausencia, hay demasiados niños por clase, y los profesores están mal pagados o mal formados. Todos estos elementos son perjudiciales para la educación de los miembros de la comunidad. Asimismo, la falta de recursos afecta negativamente al desarrollo de la formación profesional, lo que priva a las personas de la capacidad de elegir su futuro profesional. Por otra parte, en muchas ocasiones la distancia hace que las escuelas y los centros de formación profesional sean inaccesibles para los niños de los barrios periféricos, las barriadas y las zonas agrícolas pobres.


En algunos lugares, las buenas escuelas son centros privados que dejan de lado a los pobres. La pobreza también impide a muchas personas acceder a la enseñanza superior. Del mismo modo, la falta de educación o una educación insuficiente puede traducirse en exclusión social. Por otra parte, la falta de educación y de información impide a millones de personas en el mundo comprender cómo prevenir y curar las enfermedades o mantener una higiene dental adecuada. Educar a las mujeres y las niñas contribuye a reducir la tasa de natalidad y a mejorar la salud de la familia, y tiene gran impacto en los ingresos de la familia y en la utilización de los recursos.
Por carecer de educación, muchas personas no pueden conocer sus derechos o saber que tienen derecho a ciertas prestaciones; les resulta complicado realizar trámites en las administraciones locales o nacionales, obtener préstamos de una entidad bancaria o hacer frente a todo tipo de abusos. La falta de educación hace que sea más difícil analizar la información que difunden los medios de comunicación y los discursos políticos. Sin educación, no se puede acceder a las tecnologías de la información más recientes, lo que incrementa las desigualdades a nivel nacional e internacional.


Los programas de alfabetización, el acceso universal a la enseñanza primaria y la formación profesional son el núcleo central de cualquier estrategia encaminada a eliminar la pobreza. Es necesario destinar recursos públicos y privados a la construcción, desarrollo y mantenimiento de una infraestructura nacional sólida en materia de educación. Así, hay que desarrollar y mantener una red suficiente de escuelas y centros de formación —a los que habrá que dotar de mobiliario y material escolar y pedagógico suficiente— formar al profesorado, crear instituciones públicas capaces de gestionar un buen sistema educativo nacional, asignar recursos al mantenimiento de los edificios y a la remuneración de los educadores.
En algunos lugares, habrá que poner en marcha programas nutricionales complementarios para los alumnos pobres, organizar el transporte escolar gratuito, el suministro gratuito de material escolar, conceder becas de estudios a los alumnos y universitarios y subvenciones a las familias. Por otra parte, es importante que las escuelas de los países en desarrollo y las ubicadas en las zonas pobres de los países industrializados puedan tener acceso a las tecnologías de la información más modernas, para que las diferencias que ya existen no se hagan más profundas. También habrá que prestar especial atención a la reducción de la discriminación entre los sexos en materia de educación.


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